Tokio, París, Londres, Berlín, Damasco, Roma, Atenas, Nueva Deli, Madrid… Son algunas de las ciudades más emblemáticas del mundo. Su influencia va más allá de los límites del estado al que pertenecen y son consideradas como ciudades mundiales. Pero, ¿qué es una ciudad capital?

Definición de ciudad capital

La raíz etimológica del término capital proviene del latín capitālis (RAE), que significa literalmente “cabeza”, y en este caso hace referencia a la ciudad que se sitúa a la cabeza o al frente de un estado en relación con el resto de ciudades. Por lo tanto eso significa que para que una ciudad sea la capital de un país debe cumplir una serie de requisitos que la población y sus gobernantes consideren deseables, ya que en ellas se suelen desarrollar las actividades políticas y económicas del gobierno central que afectan al estado nacional.

Una capital es, comúnmente, el centro cultural y económico y/o el área más poblada, donde reside el gobierno central del estado, sus miembros y sus órganos. Sin embargo, no siempre es así, pues cada país elige su capital en función de sus propios criterios, donde la Historia y la cultura son factores determinantes.

Orígenes

El concepto de capital se remonta a los tiempos del Imperio Romano, el Imperio Bizantino o el Califato de Córdoba. Pero a pesar de su antigüedad no ha estado presente en todos los periodos de la Historia. Por ejemplo, a principios de la Edad Media en Europa algunas Cortes eran itinerantes, lo que quiere decir que los gobernantes establecían un asentamiento temporal desde el que dirigir su reino.

1. La ciudad de Roma como centro del Imperio. Fuente: 101viajes.com

Esta forma migratoria de gobierno durante el feudalismo permitía una mejor supervisión del territorio y reforzaba las relaciones de la realeza con sus súbditos. La ausencia de comunicación documental escrita, instaurada más adelante, requería que muchos asuntos administrativos del reino se tuviesen que llevar a cabo en persona.

¿Qué determina una ciudad capital?

Naturalmente, la elección de una ciudad como capital la convierte en la referencia de la unidad territorial, pero los factores que determinan su capitalidad son mayormente geográficos.

Para empezar, el emplazamiento de los núcleos urbanos determina su posterior expansión y desarrollo. Las conexiones con el exterior mediante caminos, vías fluviales o marítimas han supuesto una gran ventaja para aumentar el flujo no sólo de personas y bienes materiales, si no de ideas, cultura e información.

Londres, por ejemplo, ha sido el punto de conexión con Europa para toda Inglaterra durante siglos, dada su ubicación en el sureste de la Isla de Gran Bretaña en el estuario del río Támesis. ¿Qué decir de Estambul? La antigua Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, puente entre Europa y Asia en el estrecho del Bósforo, y puerta que conecta los mares Negro y Mediterráneo.

La localización de la ciudad capital

A grandes rasgos, las capitales presentan dos tendencias en función de su localización:

  • Se sitúan en el centro del Estado o, mejor dicho, en las áreas más accesibles y equidistantes para con el resto del territorio, tratando de favorecer un desarrollo homogéneo y/o equilibrado.
  • Se ubican en la costa o periferia para realzar la conexión con el exterior en el caso de que las oportunidades de desarrollo internacional sean mayores.

Además, la concentración de funciones administrativas y comerciales de la capital trae consigo un efecto llamada a partir del cual la ciudad aumenta su tráfico de personas, servicios y bienes materiales. Es muy común observar que los mayores centros culturales, educativos, comerciales, de ocio, de negocios, o los servicios sanitarios se encuentran en las capitales, con el fin de facilitar su acceso al resto del país mediante una red interurbana capilar en la que la ciudad capital es el centro, independientemente de su posición relativa en el mapa.

Esta articulación territorial del estado, en la que predomina la idea de un desarrollo equilibrado y una accesibilidad plena dista, en muchos casos, de la realidad. Y es por ello que algunos países han tratado de encontrar una solución ad hoc.

Otro modelo de capitalidad

Sudáfrica

Fijémonos en Sudáfrica. La complejidad de la cultura sudafricana y los conflictos que desembocaron en el apartheid dieron como resultado una configuración territorial simbólica, en la que tres ciudades diferentes (Pretoria, Ciudad del Cabo y Bloemfontein) se reparten la capitalidad del estado desde 1994.

En este caso, la ciudad más poblada (Johannesburgo) no alberga la capitalidad del estado. La función de poderes ha sido repartida entre las tres ciudades, siendo Pretoria la sede administrativa donde reside el gobierno central, Ciudad del Cabo la sede legislativa y Bloemfontein la judicial.

2. Capitales en Sudáfrica a lo largo de su historia. Fuente: Reddit.com

La decisión de subdividir la capitalidad es un gesto de integración sociocultural en un país culturalmente muy diverso, especialmente después del conflicto del apartheid, donde la mayoría de la población está compuesta por personas de origen africano en un 79,6 % (xhosa, zulú, y otros 8 grupos), y el restante 20,4 % son de origen neerlandés (Boers), francés, británico, mestizo y asiático.

También podemos encontrar otros casos similares en Bolivia y Países Bajos.

Bolivia y Países Bajos

Según su constitución, Sucre es la capital boliviana, que alberga la sede judicial, pero la realidad es que tanto los órganos legislativo, ejecutivo y electoral, así como la residencia del presidente se encuentran en La Paz.

En Países Bajos, la capital oficial es Ámsterdam, aunque al igual que Bolivia, otra ciudad es la que posee la organización y administración del estado: La Haya, sede de la monarquía y de las autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales.

Reubicación de la capital: Ankara y Astaná

Ciertas coyunturas han llevado a algunos países a reubicar su ciudad capital, bien por cuestiones geopolíticas, bien por la instauración de nuevos gobiernos.

Ankara fue elegida como la nueva capital de la recién proclamada República de Turquía en octubre de 1923, dejando atrás a Estambul en un intento por centralizar el estado y disminuir la vulnerabilidad estratégica de la capital, localizada ahora en el centro de la península de Anatolia. Esta decisión tuvo consecuencias evidentes en el ámbito socioeconómico, pues la ciudad pasó de 15.000 habitantes a comienzos del siglo XX a más de 5 millones según el censo de 2015.

En Kazajistán, Astaná es otro ejemplo de reubicación de la capital. En 1994 el presidente kazajo Nursultán Nazarbáyev impulsó la designación de Astaná (antes Akmola) como la nueva capital de la ex república soviética, siendo el traslado efectivo en 1997 en uno de los mayores proyectos de urbanización del mundo conocidos hasta la fecha. Posiblemente, una de las razones de este cambio fuese dotar de mayor presencia gubernamental el norte del país, donde gran parte de la población es de origen ruso, para evitar futuros movimientos secesionistas y al mismo tiempo alejar la antigua capital de las fronteras con China y Kirguistán.

3. Astaná, el modelo de progreso y modernidad que buscaba Nazarbáyev. Fuente: travelinglifestyle.net

Nuevas fundaciones: Canberra y Brasilia

Del mismo modo, la creación de una nueva ciudad expresamente concebida para albergar la capital del estado ha sido la solución para finalizar las disputas entre dos o más ciudades existentes.

En Australia, se acordó la fundación de una nueva ciudad en Nueva Gales del Sur, que cedió parte de su territorio para la que sería la nueva capital del estado: Canberra. Sídney y Melbourne eran las candidatas mejor posicionadas, pero tras un largo debate sobre el federalismo a finales del siglo XIX, se aprobó que Melbourne fuese la capital temporal hasta 1908, cuando Canberra fue inaugurada por fin.

El caso de Brasil es distinto. Su capital, Brasilia, también fue planificada explícitamente para tal propósito en 1956, pero su motivación era desligarse del pasado colonialista portugués, época en la que todas las ciudades brasileñas fueron fundadas en la costa atlántica para beneficio de la metrópoli. Al mismo tiempo, la idea era centralizar y repoblar el interior del estado para evitar la polarización demográfica.

4. Plano piloto de la ciudad de Brasilia, diseñado por Lucio Costa. Fuente: parsons.edu

En este caso, la geografía del país latinoamericano explica por qué la mayoría de los asentamientos (también los más poblados) se encuentran en la costa: la selva del Amazonas ocupa el 42% de la superficie de Brasil, y el río homónimo y sus afluentes que lo atraviesan son navegables pero la densidad de la cobertura vegetal es tal que dificulta la creación de una red articulada de poblamiento con las infraestructuras que ello conlleva.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.