Taiwán está en alerta por una posible invasión. Aviones de combate chinos han estado sobrevolando el espacio aéreo taiwanés recientemente, y la presencia de buques de China en el estrecho de Formosa (una franja de agua de una media de 180 km que separa a ambos países) no hace más que aumentar la sensación de peligro.
En los últimos años, China no ha tenido reparos en mostrar su poder en aquellos lugares con algún tipo de disputa, como en el Tíbet, en la conflictiva frontera con India. Sus relaciones con Estados Unidos se han enfriado hasta tal punto que algunos periodistas lo comparan con el periodo de la Guerra Fría. En cuanto a sus asuntos internos, China ignora sin reparos las objeciones de la ONU respecto a los ‘campos de reeducación’ de la minoría uigur en el valle del Tarim, por no hablar de las protestas en el territorio autónomo de Hong Kong. Estas manifestaciones derivadas de la nueva Ley de Seguridad Nacional china, priva de algunas libertades a la excolonia británica y han sido resueltas de manera autoritaria: movilizando al ejército y mediante arrestos políticos.
Por si todo esto no fuese alarmante, China asegura que se reserva el derecho de tomar Taiwán por la fuerza. Estas fueron las palabras del propio Xi Jinping, presidente de la República Popular de China: “No prometemos excluir el uso de la fuerza y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas necesarias”.
Muchos analistas internacionales coinciden: China se encuentra en plena expansión y se prepara para dar el siguiente paso. Pero, ¿qué quiere China de Taiwán?
Viejos enemigos
Como explicamos al hablar de la bandera de Taiwán, todo comenzó durante la guerra civil china en 1949, cuando el ejército comunista chino superó a las fuerzas nacionalistas en el continente para acabar estableciendo la República Popular de China (RPC). El gobierno nacionalista y su ejército, junto con 1,2 millones de personas huyeron a la Isla de Taiwán, por lo que se produjo una separación tanto territorial como poblacional en China, y creó un nuevo estado: la República de China (ROC por sus siglas en inglés).
Hoy, ambos países proclaman una única China de manera oficial, pero según pasan los años, cada vez menos habitantes en Taiwán se identifican como pueblo chino. En la última encuesta llevada a cabo en mayo de 2020, los resultados revelaron una evidente brecha generacional entre los jóvenes y los mayores, donde los primeros se han educado en valores y una cultura más cercana a la de Occidente.
El aislamiento de Taiwán
El gran escollo para Taiwán es el reconocimiento internacional: sólo 15 países reconocen a la República de China, mientras que los demás se posicionan a favor de la RPC. En Europa, tan sólo El Vaticano reconoce su soberanía, a pesar de que Taiwán representa un modelo de estado democrático, tecnológico e individualista, es decir, alineado con la cultura occidental.
No cabe duda de que China tiene mucha más influencia en la esfera internacional, tanto económica como diplomáticamente, y esto condiciona la postura de la gran mayoría de los países. Taiwán no forma parte de la ONU ni la OMS, lo que Taipei considera un boicot que les excluye de la comunidad internacional.
En 1979, Estados Unidos dejó de reconocer a Taiwán como la única China y cambió su reconocimiento a la RPC, aislando más que nunca al gobierno de Taipei. Sin emgargo, seguirían aportando armas para la defensa de Taiwán y mantendrían su presencia militar en el Pacífico, aunque esto no incluyese una intervención militar en caso de conflicto. Ante esta ambigüedad, no podemos definir este acuerdo como una alianza sensu stricto.
A pesar de que el armamento taiwanés haya sido durante décadas mucho más avanzado que el chino, esto ha cambiado durante los últimos años. Ahora, el ejército chino supera enormemente al de Taiwán en número y en gasto anual.
La ambición nacional de China
Además, desde la perspectiva china, el deseo de recuperar Taiwán se ve alentado por la devolución de Hong Kong en 1997, dejando a Taiwán como la última pieza para completar el puzzle de la China unificada. El pueblo chino siente que ha sido humillado y que ha sufrido bajo el poder de las potencias extranjeras durante los dos últimos siglos, y este sentimiento no debería ser menospreciado.
Algunos precedentes son preocupantes. Echando la vista atrás en la Historia, cada vez que una nación ha sido fragmentada por procesos políticos externos, se ha acabado produciendo un conflicto armado para tratar de reunificar esos territorios o evitar su reunificación. Algunos ejemplos son: la humillación de Alemania tras el Tratado de Versalles, que posteriormente desembocó en la II Guerra Mundial y la recuperación de lo que sus gobernantes consideraban legítimamente suyo; el conflicto entre Israel y Palestina, dos estados en un mismo territorio; la Guerra de las Malvinas en el Atlántico Sur, una disputa enfriada pero no extinta; la ocupación de la península de Crimea por el ejército ruso, causada por la polarización de la sociedad ucraniana; y más recientemente el estallido por el control del Nagorno-Karabaj, una región de población armenia que pertenece oficialmente al estado de Azerbaiyán.
Taiwán, mucho más que una isla
Pero no es sólo una cuestión de nacionalismo: el factor geoestratégico en el control de Taiwán es clave para el futuro de China. La ubicación de la isla y su zona económica exclusiva (también llamado mar patrimonial) permitiría a China extender su alegato por el reclamo del control del Mar de China, actualmente en disputa con países vecinos como Filipinas, Brunei, Malasia, Vietnam y el propio Taiwán.
Y no menos importante, China podría desplegar su flota en el Pacífico, mermando el poder de Estados Unidos en esta área y aumentando su presencia en la política internacional (aún más). Los principales países afectados serían los aliados de Washington: Japón, Corea del Sur y Filipinas, donde se encuentran las bases estadounidenses más cercanas a China. Taiwán representa un magnífico bastión para la defensa de China, y es a su vez uno de los mayores temores para Beijing, ya que si ellos no controlan la isla sus enemigos lo harán.
Ley Antisecesionista
China habla claro sobre la cuestión taiwanesa: en 2005 el Partido Comunista aprobó la Ley Antisecesionista, según la cual reunificar la patria es obligación sagrada del pueblo chino. Miembros del gobierno aseguran que, si Taiwán se anexionara pacíficamente, permitirían que conservase su sistema económico, siempre y cuando la soberanía residiese en Beijing, tal y como sucede con Hong Kong. Una China, dos sistemas.
Sin embargo, puede que la experiencia con Hong Kong no sea el mejor ejemplo. La ley de extradición china ha elevado el tono de las protestas en la región, que denuncian la creciente intromisión del gobierno chino en su sistema judicial.
Como hemos mencionado antes, cada año que pasa China está mejor preparada, con una mayor flota y misiles disuasorios ante cualquier interferencia que ellos consideren asuntos internos. Este poder militar ya supera al de Taiwán, e incluso sería capaz de poner en aprietos al equipamiento estadounidense.
La victoria del ejército comunista chino sobre las fuerzas nacionalistas del Kuomintang tuvo lugar en 1949, y es por eso que en los últimos años se ha estado especulando dentro del partido, con una celebración del centenario de la china comunista en 2049, en la que China haya podido conseguir su gran objetivo de la reunificación total. Para que esto suceda, el conflicto tendría que darse durante la próxima década, en torno al 2030.
¿Qué futuro le espera a Taiwán en caso de conflicto?
En febrero de 2020, Taiwán publicó la foto de un bombardero chino sobrevolando su espacio aéreo, y siendo vigilado de cerca por uno de sus aviones de combate. Esta foto es sólo una de las maniobras que China ha estado efectuando recurrentemente.
Ian Easton, Senior Director en el Project 2049 Institute, explica cómo esta aparente táctica de intimidación china va más allá, y se convierte en una tarea de desgaste para la aviación taiwanesa. Cada vez que un F-16 despega desde las bases aéreas de Taiwán para responder a esta invasión del espacio aéreo, están forzando su aviación a un desgaste mecánico y sumando horas de vuelo innecesarias para sus pilotos, en lugar de estar completando un programa de entrenamiento más importante.
Para China, estas maniobras no suponen un gran esfuerzo, ya que simplemente aprovechan el fin de sus maniobras de entrenamiento en el mar de China para volver a sus bases de una manera provocadora. Además, también obtienen una valiosa información sobre el tiempo y el tipo de respuesta que Taiwán ofrece ante estas incursiones.
Acciones hostiles
El desgaste se produce en diversos frentes. Taiwán está acostumbrada a recibir ataques cibernéticos desde China para interceptar sus comunicaciones e instalar su red de espionaje y desinformación. Estas acciones se consideran hostiles, aunque no llegan a ser un ataque frontal directo.
Por supuesto, las herramientas de propaganda y espionaje intentan socavar la autoridad del gobierno en Taipei. Chiaoning Su, doctora en Medios de Comunicación y experta en Desinformación, opina que desde China creen que la apertura de la sociedad taiwanesa les hace especialmente vulnerables a la desinformación, y pretenden causar confusión, desconfianza y división en el gobierno, hasta el punto en el que el sistema colapse y el límite entre la democracia y el autoritarismo se difumine.
Provocación
Si este plan para desacreditar al gobierno en Taipei no funciona, otra de las opciones para provocar a Taiwán sería la ocupación de algunas islas periféricas bajo su soberanía, como por ejemplo las pequeñas Islas Kinmen, situadas a 2 km del puerto chino de Xiamen, el más grande del sureste de China. Estas islas ya fueron el foco del conflicto en la postguerra de 1950, ya que controlan la entrada en la bahía de Xiamen y es una fortaleza de granito que Taiwán emplea como base militar y de inteligencia.
Cualquier pretexto sería suficiente para desencadenar la ocupación de Kinmen, pero incluso si no lo hubiese, no está claro cuál sería la postura de Taiwán al respecto. Para China, sería muy fácil aislar y ocupar las islas, pero para el gobierno taiwanés, responder a este movimiento podría tener consecuencias fatales. ¿Merece la pena escalar el conflicto por Kinmen?
La anexión de Crimea apenas tuvo represalias para Rusia. A pesar de que Europa y Estados Unidos se opusieron, tan sólo fueron capaces de imponer sanciones. En este escenario, China contemplaría un precedente favorable para sus intereses, y resulta poco probable que Estados Unidos emplease la fuerza o tomase cartas en el asunto más allá de algunas sanciones comerciales o diplomáticas para castigar a China.
No obstante, lo que sí parece probable es que Washington tomaría este movimiento como un serio aviso de las aspiraciones chinas y se vería obligado a reforzar a Taiwán desde un punto de vista preventivo. James Fanell, exjefe de la Inteligencia de la Marina de EE.UU., cree que la ocupación de las islas Kinmen no es conveniente para los intereses chinos, y piensa que si China quiere forzar el conflicto con Taiwán lo hará con todas las consecuencias.
Invasión
El último escenario posible sería la invasión. La actual desaceleración económica que China experimenta recientemente se ve acentuada tras la Covid, y hace que el gobierno chino mire a Taiwán como una gran alternativa propagandística. El debilitamiento de la Casa Blanca tras la retirada de buena parte de la flota en el Pacífico occidental, junto con la presión por salvar el orgullo nacional de una China estancada, y Taiwán en una situación de abandono internacional, presentan una oportunidad única para China.
Según James Fanell, la ofensiva china pasaría por neutralizar sus defensas, así como sus puertos y aeropuertos a lo largo de la isla, empleando misiles desde el continente. Seguidamente, las fuerzas aéreas tratarían de neutralizar una posible respuesta por parte de Taiwán, y se aseguraría de que todas las bases aéreas quedasen inutilizadas. De forma paralela, asegurarían las playas con sus buques de guerra para permitir el desembarco de sus tropas y a partir de aquí, se internarían para tomar las ciudades.
Por su parte, la clave para la defensa de Taiwán sería usar una táctica bien distinta: proteger su ejército mediante el engaño y el camuflaje. Al verse superado con creces por el número de fuerzas chinas, deberían reducir sus bajas y plantearse objetivos de ataque como los buques, helicópteros o plataformas de misiles antes de que China llegase a las costas de Taiwán. Esto permitiría proteger a la población de las ciudades mientras el ejército retrasa todo lo posible la invasión.
Pero sin duda, la mejor opción para Taiwán sería evitar la guerra o prolongar su comienzo para que sus potenciales aliados pudieran tomar posiciones. La logística sería compleja para Estados Unidos, en el caso de que defendiese a Taiwán, y lucharía a miles de kilómetros de sus costas, desde las islas de Guam y Okinawa (Japón). El escalamiento del conflicto supondría un choque entre dos superpotencias mundiales que se prolongaría durante años, con el creciente riesgo de una guerra nuclear si uno de los dos bandos perdiese la cabeza.
Las posturas internacionales sobre Taiwán
Por el momento, este es sólo un escenario hipotético, y lo cierto es que Estados Unidos lleva adoptando desde hace años una política de ambigüedad estratégica con Taiwán, que no se siente respaldado al 100%, y eso genera que el riesgo de la invasión sea mayor.
Ante esta situación, un proyecto de ley presentado en el Congreso de Washington pretende autorizar el uso de la fuerza militar si China ataca a Taiwán. Sin embargo, habría que medir las consecuencias de dicha ley, ya que esto podría provocar a China o bien alentar al gobierno de Taiwán a tomar más riesgos en sus relaciones con China.
Respecto a Europa, se ha mostrado públicamente a favor de salvaguardar las democracias, los valores de libertad y los Derechos Humanos, pero ante este tipo de situaciones también se ha mostrado bastante ambigua (sólo hay que recordar la crisis de los refugiados o la ocupación de Crimea).
Es por esto que Taiwán solicita el reconocimiento de su gobierno y su inclusión en las instituciones internacionales. Por desgracia para sus intereses, la red comercial que China ha ido tejiendo desde hace décadas supone un gran obstáculo para Taiwán, ya que muchos países dependen en gran parte del comercio con Beijing, y temen que incluso un simple acercamiento al estado taiwanés pueda desatar represalias económicas contra ellos.
Si finalmente China se impone y toma Taiwán por la fuerza, el mensaje que llegará al resto de democracias en su área geográfica será alarmante, porque China se está expandiendo y Taiwán podría ser sólo el principio.
Fuentes:
https://www.britannica.com/place/Taiwan
https://geographicmind.com/banderas-nacionales/banderas-nacionales/taiwan/
https://www.youtube.com/watch?v=Md7vP-0rDpw&t=1s
https://project2049.net/author/ianeaston/